martes, 5 de mayo de 2009

Muchas veces me he dicho esto

Tranquila,me encantaría estar tranquila.
La tranquilidad ayuda a que no nos extresemos, a aliviar nuestra presión arterial,a ver las cosas con mayor claridad sin precipitarnos.
En cambio los nervios,la presión,los disgustos,etc; todos esos sentimientos que hacen que nos sintamos hirritables,antipáticos,y con la sensación de escondernos y sentir el silencio son los que hoy en día son el mal de la sociedad.
Presos de la contaminación acústica,de la hipoteca,el paro,las reuniones de vecinos en las que te dan ganas de ahogar a unos cuantos,etc;toda la culpa es la tiene el exceso de bienes materiales.
Cada vez que sale a la venta una nueva cámara de fotos,un nuevo juego,aquella camiseta ajustada que hace que las nenas se vuelvan locas con nuestros bíceps,o ese vestido que nos hace sentirnos mejor...pero pasa el tiempo y ya no nos ilusiona.Entonces surge otra necesidad y no paramos hasta conseguirla.
Eso no ocurre en los países pobres,en los que con sólo una muñeca o ir a la escuela les hace sonreír.No se preocupan por vanalidades,disfrutan con lo poco que les concede la vida,sin esperar más que una sonrisa.
Por eso relajarnos buscando pequeños momentos simples: como leer un libro,dar un paseo,sonreír...todo en cantidades mesuradas puede aliviar y mejorar nuestra calidad de vida.
No es el coste,la cantidad,sino la calidad del momento.